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KENNETH ARNOLD

En primer lugar y para no ser menos que los demás (pues no hay un libro o revista en el mundo que trate sobre el fenómeno OVNI, en el que no se haya comentado este caso), detallaremos el caso que les dio popularmente el nombre de Platillos Voladores a estas extrañas aeronaves.

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Se trata de Kenneth Arnold, un hombre de 32 años, propietario de una compañía comercial que suministraba todos los materiales y equipos para combatir incendios a los servicios de bomberos de los Estados del Noroeste de América del Norte. En un viaje de avión desde Washington a Idaho, hizo un pequeño desvío en su ruta para observar las laderas de una montaña perteneciente a la cadena de las Rocosas, donde se suponía que se hallaban los restos de un avión transporte que se daba por estrellado en esa región.

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El tiempo era bastante bueno y las montañas se encontraban cubiertas de nieve, Kenneth Arnold mientras las sobrevolaba, observaba tranquilamente la falda blanqueada de la montaña cuando, de pronto, un resplandor le llama bruscamente la atención. Ve en ese instante a una distancia que calculó en unas 20 millas, a 9 objetos extraños, aplanados, en forma de platos invertidos, que volaban en correcta formación, ondulando suavemente en el espacio. La velocidad que llevaban fue calculada por Arnold en unas 1700 millas por hora...Trató de acercarse a esa extraña formación, pero le fue prácticamente imposible, tuvo que contentarse con seguirlos a cierta distancia, aunque por aquellos tiempos (junio de 1947) la velocidad de 1000 millas por hora era fantástica, y ningún avión estaba en condiciones de ponerse a la par de una nave que volara a esa velocidad. Arnold siguió la formación durante un par de minutos hasta que los perdió de vista. Al principio se pensó que se trataba de una ilusión óptica, pero el aviador contaba con una experiencia irrenunciable, que jugaba a su favor y al ser una persona muy respetada por sus pares, la calidad de su informe fue muy persuasivo, pues al momento de explicarlo y de acuerdo a los datos que aportaba, daba la impresión de que se estaba ante algo extraño e insólito.-

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Por ese entonces los aviones a reacción estaban en la etapa de sus primeras experiencias y hubo quién creyó que se trataba de una formación de ese tipo de máquinas que por ese tiempo se estaban construyendo en secreto. Muy pronto se desmintió esta versión, pues las Fuerzas Aéreas dieron un parte notificando que no hubo en ese día, a esa hora y por ese lugar ningún tipo de vuelo o práctica con un avión de su arma; y quizá se hubiera pensado en un caso de ilusión de los sentidos, si no hubiera ocurrido algo inesperado: otros testigos en diferentes puntos de la Tierra comenzaron a declarar haber visto esas desconocidas naves sobrevolar el espacio aéreo.
En realidad los especialistas en aeronavegación de los EE.UU., no le dieron mucha importancia, se trataba de un testigo único, su relato era fantástico y no había nadie que confirmara la veracidad de sus afirmaciones. La velocidad que atribuía a esos platillos volantes era simplemente absurda, no había máquinas capaces de marchar a semejante rapidez. No debe extrañar esta actitud de muchos especialistas de la ciencia. En cierto modo los científicos son los hombres más escépticos del mundo. Están acostumbrados a "saber" las cosas y cuando hay algo que no cabe en los límites de su ciencia, lo rechazan. Quienes se opusieron a que Cristóbal Colón iniciara su viaje no eran ignorantes, sino por el contrario, representaban a los sabios de aquellos tiempos. Como vemos desde que se comenzó a publicar e informar sobre los "platos voladores", siempre han surgido controversias y así ha estado sucediendo hasta el día de hoy.