En el condado de Wiltshire, en el sur de Inglaterra, en la
región caliza existente entre Amesbury y Warminster, no muy Iejos del río Avon, se
encuentra Stonehenge (Stone = piedra; henge = monumento con borde circular), el monumento
megalítico más extraordinario y enigmático del mundo. Desde la Antigüedad, Stonehenge
ha despertado la atención y admiración de los visitantes por su extraña y sorprendente
arquitectura. No hay actualmente nada en el mundo que en manera alguna pueda compararse a
este misterioso santuario, construido no con argamasa y piedra, sino simplemente con
grandes bloques rectangulares de piedra.
Se ha querido ver este monumento como la obra de un pueblo de los tiempos históricos,
más bárbaro quizá que sus vecinos, pero hay que reconocer que la cuidadosa
conformación y perfecto acabado de los grandes monolitos, el uso de piedras colocadas
horizontalmente para la formación de los dinteles, y sobre todo la coherencia y armonía
del conjunto como obra de arquitectura, ponen a Stonehenge muy por encima de las
construcciones ordinarios rnegalíticas y prehistóricas de la Europa Occidental. Por ello
no debe sorprender el interés de las gentes y la fama de Stonehenge. Durante centenares
de años, científicos e investigadores han rivalizado por encontrar el origen y
significado de este monumento, pero, a pesar de tantas cábalas e hipótesis, lo cierto es
que el misterio del significado de las ruinas de Stonehenge sigue en pie.
Características principales
En primer lugar, no debe extrañar que el monumento haya sido precisamente
erigido en la llanura de Wiltshire, pues, como hacen notar frecuentemente los geógrafos,
este región es la más elevada de las planicies del sur de Inglaterra que la rodean. Y
fue en esta alta planicie en donde se levantaron los mayores campamentos prehistóricos.
Por entonces las tierras bajas de Gran Bretaña eran del todo inhabitables, principalmente
a causa de los espesos bosques de robles que las cubrían. Por este motivo, los primitivos
agricultores buscaban para el cultivo los altos collados de tierras arcillosas y
calcáreas, en donde el blando suelo de escaso grosor podía fácilmente ser trabajado,
parcelando el terreno en pequeños prados para cultivar el trigo y otros granos.
Stonehenge está constituido por grandes bloques rectangulares de piedra
ordenados en circulo, formando dinteles. Lo hallamos situado en el centro de un terreno
rodeado por una zanja bastante profunda. La tierra sacada de esta excavación forma un
ligero terraplén hacia el interior del círculo, Interrumpido por una entrada bastante
ancha en su lado Nordeste.
A continuación de la zanja circular, hacia el interior del circulo de tierra, hay 56
hoyos circulares formando una circunferencia o anillo en torno al monumento. La mitad de
estos hoyos o fosas, llamados de Aubrey desde el siglo XVII, en honor de su descubridor,
han sido excavados y marcados con cal, destacándose alrededor de Stonehenge como enorme
collar de grandes perlas blancas. Estos hoyos parecen par túmulos de enterramientos, sin
urnas ni objetos funerarios, pero con señales de cremación, como si se hubiesen
utilizado para determinados sacrificios o ceremonias en honor de ignorados dioses. En el
Interior de este círculo de hoyos se encuentra enclavado el conjunto arquitectónico de
monolitos de Stonehenge, que consta de dos partes: un círculo exterior de unos 34 m. de
diámetro y una construcción interior en forma de herradura.
Al principio, cuando el monumento no había sido deteriorado por el paso del tiempo y por
los continuos saqueos de los habitantes de la zona, que acudían a ese santuario para
llevarse las piedras, el círculo estaba formado por 30 columnas unidas por un dintel
continuo de bloques cortos, los cuales montaban encima de las columnas o monolitos de tal
manera que cada uno se apoyaba en dos columnas consecutivas. Todas estas columnas o
menhires son de sarsen, una clase de piedra arenisca que se encuentra en los Marlborough
Downs, a unos 30 km. al norte de Stonehenge, y cada uno pesa alrededor de 25 toneladas.
Los bloques colocados encima, formando el dintel, también son de sersen y pesan alrededor
de 7 toneladas cada uno.
La construcción interior, en forma de herradura, es un
conjunto de cinco trilitos. Cada una de ellos consiste en dos menhires de unas 45
toneladas, coronados por un enorme bloque que forma el dintel. Todos ellos también son de
sarsen.
Como puede comprenderse, ese peristilo de monolitos y la herradura interior causan
admiración no sólo por su grandeza sino por la precisión y finura del trabajo que
ejecutaron sus misteriosos constructores. Producen también grata impresión a la vista
por su coloración gris y la erosión producida por la acción del agua y el viento en el
transcurso de los siglos.
Las enigmáticas Piedras azules
El conjunto formado por el circulo exterior y la herradura interior que
hemos descrito, está repetido a una escala mucho más pequeña con piedras azules, de las
cuales quedan muy pocas hoy día. Estas piedras, o bloques, son bastante menores que las
de sarsen y no tienen la finura de trabajo de las mismas.
Lo que llama más la atención en estas piedras azules es que son rocas (principalmente
doleritas y riolitas volcánicas) que solamente se encuentran en cantidad en los montes de
Presely, en el extremo oeste del país de Gales, Esto da idea del esfuerzo físico y las
dificultades que tuvieron que vencer los constructores de Stonehenge para trasladarlas
hasta Wiltshire. Al mismo tiempo es una muestra de la importancia y veneración que
debían sentir aquellos hombres prehistóricos por esas piedras azules, cuyo significado
ha escapado a los estudios más profundos de los sabios de todos los tiempos.
Por su parte, los grandes bloques de piedra sarsen también reflejan el colosal trabajo y
esfuerzos que debieron desplegar sus constructores, tanto para elevarlas como para
pulirlas y recortarlos, pues era una época en la que el hombre sólo contaba con la
fuerza de sus manos y su joven astucia para realizar ten colosales construcciones. No debe
sorprender que, a la vista de Stonehenge, alguien haya exclamado: "Esto es de otro
mundo".
¿Quién construyó Stonehenge?
Es indiscutible que, Inmediatamente después de la conquista de Inglaterra
por los normandos, Stonehenge era ya conocido y venerado como una de las maravillas de
Bretaña.
El famoso historiador del siglo XlI, Geoffrey de Monmouth, obispo de San Asaph, indicó
que las famosas piedras habían sido llevadas a las llanuras de Wiltshire, desde Irlanda,
por el mago Merlín, en los días de Ambrosio, tío del rey Arturo. Posteriormente, según
el historiador, los círculos de menhires sirvieron de lugar de enterramiento para
Ambrosio y su hermano Pendragón, padre del Rey Arturo. Esta leyenda fue desvaneciéndose
con el paso del tiempo para, en el siglo XVIII, quedar completamente desacreditada. Pero,
en cambio, cosa increíble, se atribuyó a los druidas, sacerdotes celtas, la fundación
del singular monumento, que debían utilizarlo para rendir culto el Sol y señalar las
estaciones. Más tarde se atribuyó a los romanos, a los fenicios, a los daneses...
Hoy día, gracias al análisis con el carbono C-14, se ha podido precisar que
este monumento tiene una antigüedad de cerca de 1.845 años antes de J. C., por lo que
todas esas leyendas y teorías han tenido que desaparecer, dejando paso a lo que parece
ser la verdadera historia de Stonehenge, aunque muchos enigmas y misterios siguen
rodeándolo.
Hacia el año 1800 antes de J. C., el sur de Inglaterra estaba poblado por pueblos
neolíticos secundarios, los cuales han dejado algunos rastros de sus probables
campamentos en las cercanías de Stonehenge. Se supone que debieron iniciar la
construcción del monumento como santuario religioso, excavando la zanja circular y los
hoyos de Aubrey por medio de astas de ciervos y huesos de animales. Por huesos humanos
calcinados en esos hoyos, se cree que se utilizaban como tumbas o, quizá, como lugares de
sacrificio u ofrendas a sus dioses.
Un siglo más tarde, alrededor de 1.700 años antes de J. C.. Inglaterra fue invadida
desde Holanda y la comarca del Rin por los llamados pueblos de la cerámica campaniforme.
Estos pueblos, procedentes de la Península Ibérica, se hablan extendido por casi toda
Europa. Conocían el metal, principalmente el cobre, el oro y el bronce, -por lo que no
tuvieron muchas dificultades para imponerse a los naturales. a quienes inculcaron su
religión y costumbres. Fue entonces cuando, al prestar atención al iniciado santuario de
Stonehenge, decidieron crear un monumento a sus dioses en aquel lugar sagrado, por lo que
procedieron a traer las piedras azules desde las costas de Pembrokeshire, en Gales.
Por aquella época se colocaron unas 80 piedras azules en el centro del monumento,
formando dos círculos, en los que había una entrada al Nordeste, en dirección al punto
de solsticio de verano, o sea el punto por donde salía el Sol el 21 de junio. Por causas
que se desconocen, la construcción de estos círculos de piedras azules quedó
interrumpida, quedando por colocar las piedras de la entrada, cuyos hoyos ya estaban
excavados. Lo más probable es que alguna guerra con los pueblos que a finales del
Neolítico ya poblaban las Islas Británicas, obligara a dejar abandonado el templo.
Posteriormente, Stonehenge pasó por diversas fases de renovación y construcción, cuyas
fechas son imposibles de precisar. No obstante, se cree que unos 1.500 años antes de J.
C. quedó terminado en la forma que se ha conservado hasta nuestros días. Primeramente se
deslizó el circulo exterior de piedras azules y, en su lugar, se colocaron los menhires y
dinteles de sarsen. Dentro de este círculo se erigió la herradura de trilitos.
¿Santuario astronómico?
La utilidad astronómica de Stonehenge para sus constructores sigue siendo
un misterio. Se ha pretendido, no obstante, que se usaba como un observatorio práctico,
es decir, que sus piedras y dinteles estaban colocados de manera que se pudiera seguir el
curso del Sol en el cielo y, por tanto, marcar el principio de las correspondientes
estaciones. Algunos sabios han creído incluso que gracias a Stonehenge se podían conocer
las fases de la Luna y los eclipses de Sol.
Lo cierto es que si uno se coloca en el centro del monumento y mira en dirección a una
piedra denominada Heel Stone (Piedra del tacón), ve enseguida que la cima de esta piedra
coincide con el horizonte, y si para ello se escoge el día del solsticio de verano, 21 de
junio, el Sol sale casi justo por encima de la piedra. ¿Una casualidad? ¿Una prueba del
uso del santuario?.
El problema fue determinar si la Piedra del tacón había sido emplazada en aquel lugar
precisamente para que su cúspide coincidiese con el Sol naciente en determinado momento
del año. Después de laboriosos cálculos astronómicos se llegó a la conclusión de que
el Sol debía aparecer por la avenida central y exactamente en lo alto de la piedra en el
año 1840 antes de J. C., fecha que coincide más o menos con la de la fundación de
Stonehenge, por lo que debe darse por cierto que este santuario estaba estrechamente
ligado a la observación del Sol. Quizás el futuro nos reserve la revelación de nuevos
detalles y misterios.
Otros arqueólogos e historiadores pretenden, a pesar de no ser posible, que fueron los
druidas, sacerdotes celtas, los creadores de Stonehenge. No obstante, parece ser que
éstos lo utilizaron durante muchos años para rendir culto al Sol, religión difundida
por entonces entre los pueblos del continente europeo. Esta creencia está muy extendida
en Gran Bretaña, habiéndose llevado a cabo modernamente festejos de tipo druida, en
Stonehenge, en el solsticio de verano.
Tampoco falta quien niegue rotundamente que los pueblos de la cerámica campaniforme
fueran los constructores de Stonehenge, principalmente porque carecían de la suficiente
imaginación para crear una cosa de tal naturaleza. Lo más probable, entonces, es que
esos pueblos encontraran el monumento ya levantado y lo aprovecharan para el culto a sus
dioses, igual a lo que hicieron posteriormente los druidas. Pero si aceptamos esta teoría
nos quedamos con el gran misterio: ¿quién construyó Stonehenge?
Realmente, aunque no queramos, hemos de reconocer que ese monumento es tan extraordinario
por la época y lugar de su aparición, que no podemos dejar de relacionarlo con
civilizaciones más avanzadas que los pueblos de la cerámica campaniforme. ¿Pero qué
civilizaciones? Éste es el gran enigma. pues no encontramos ninguna a la cual atribuirle
ese monumento. Y la conclusión final es todavía más sorprendente: ¿seres de otro
mundo? ¿seres extraterrestres? Podría ser una explicación, máxime por la utilidad
astronómica que parece tener, utilidad que no ha sido nunca bien explicada. quizá porque
siempre se ha buscado en él las creencias de los pueblos de la cerámica campaniforme y
no las posibilidades de civilizaciones extraterrestres. Otro hecho intrigante es que todos
los monumentos y construcciones enigmáticos de las civilizaciones desaparecidas de Europa
y América estén dedicados al Sol. ¿Hay algo en común entre la misteriosa civilización
que construyó Stonehenge y la que parece haber dejado su sabiduría a los antiguos
egipcios, aztecas y mayas? ¿Sirven sus monumentos más como un observatorio guía para
extraños viajes, quizá siderales, que para templos de adoración? Esperemos que las
modernas investigaciones sobre ovnis den un poco de luz sobre tantos misterios.
Hoy día, este enigmático monumento megalítico está bajo la protección especial del
Estado, que se ha cuidado de restaurarlo en las partes más importantes, utilizando
potentes grúas para levantar algunos menhires y colocar los pesados dinteles de sarsen,
en un loable esfuerzo para impedir que desaparezca ese santuario que nos habla de las
civilizaciones que nos han precedido y que han desaparecido en la noche del tiempo junto
con su sabiduría religiosoastronómica.
FELIX LLAUGE
DAUSA
Enciclopedia CICLOPE, 1968
|