La aventura comenzó en 1954, en Julio, cuando observadores de la
base de White Sands (EE.UU.) descubrieron a más de 1000 kilómetros de altura extraños
objetos que orbitaban nuestro planeta. El Pentágono envió al profesor Clyde Tombaugh,
descubridor del planeta Plutón en 1930, al Observatorio de Monte Palomar. Allí debía
investigar la procedencia de dichos cuerpos y su naturaleza.
Luego de algún tiempo de observación, Tombaugh afirmo que debía tratarse de dos
meteoros desintegrados en forma parcial. Al ser atraídos por la fuerza de la tierra,
habrían quedado sujetos en órbita como dóciles satélites. Según el profesor La Paz de
la Universidad de California, dichos cuerpos no podían ser meteoros. "Esta fuerza
(la de atracción de la Tierra), debe actuar como un imán, que les haría caer. Para que
un cuerpo pueda permanecer suspendido en el espacio debe ser más ligero que la atmósfera
terrestre o bien estar dotado de poderosos medios de propulsión. Y los meteoros son
cuerpos sólidos, excesivamente pesados". "La Hipótesis de que puedan pasar a
ser satélites de la Tierra está en contradicción con todas las leyes físicas. Puesto
que en ese caso, en lugar de ejercer su potente fuerza de atracción, la Tierra se
opondría a que esos cuerpos extraños penetraran nuestra atmósfera".
Luego de estas declaraciones, las
cuales no fueron tenidas en cuenta, la calma volvió a reinar en dicha base de
lanzamientos. Pero el 24 de abril de 1955, se recibió del Monte Palomar una alarmante
noticia: uno de los dos meteoros se había acercado 50 kilómetros, en tanto que el otro
había desaparecido. La hipótesis de Clyde Tombaugh se derrumbaba. En forma rápida, el
Presidente Einsenhower convocó al Comité Nacional de Seguridad. Luego de muchas horas de
deliberación se llego a la siguiente conclusión: "El cuerpo que gira alrededor de
la Tierra no es un meteorito, sino un satélite artificial lanzado al espacio por la
Unión Soviética". A causa de lo mencionado se consideró la situación como de suma
gravedad. El 10 de Mayo de 1955, las tres potencias occidentales invitaron al jefe de
estado soviético a una conferencia cumbre. La respuesta llegó el 14 de mayo, en la misma
se indicaba que la Unión Soviética se hallaba dispuesta para la reunión. La reunión se
llevó a cabo el 18 de julio en Nueva York.
Después de tres días de tanteos y discusiones confusas, el presidente Einsenhower
declara que los Estados Unidos no poseen secreto alguno oculto al conocimiento de sus
hombres. Sus bases, sus fabricas, sus instalaciones atómicas, podrían ser fotografiadas
y sobrevoladas por los rusos, a condición de que éstos estuvieran dispuestos a conceder
las mismas facilidades a los pilotos de la Air Force. Por esta inesperada concesión se
esperaba obtener informes preciosos de los rusos. Si los dirigentes soviéticos aceptaban,
equivalía a reconocer que todas las armas conocidas, tales como aviones, bombas
atómicas, etc., estaban consideradas por ellos como anticuadas y que contaban ya con un
satélite artificial. Este satélite podría tener un sistema de espejos que concentrara
los rayos solares sobre cualquier punto de la Tierra, en el que quedaría todo arrasado.
Esto lo sabían muy bien los Estados Unidos que estaba trabajando en el mismo proyecto
bajo las ordenes de Von Braun que ya en la Segunda Guerra Mundial, había elaborado un
plan tendiente a la construcción de un satélite similar. Pero los dirigentes soviéticos
no aceptaron. Se limitaron a calificarla de interesante y prometieron su estudio. A pesar
de los días de discusión, nunca se toco el tema del satélite artificial. Luego de un
tiempo, los Estados Unidos, comentaron que se había aprobado la construcción de un
satélite que "gravitará la Tierra". Sin embargo, ante la sorpresa general, la
Unión Soviética no declaro que ellos ya poseían uno orbitando la Tierra. Precisamente
Khruschev declaro que los hombres de ciencia soviéticos se hallaban dispuestos para
colaborar con sus colegas norteamericanos.
Entonces la situación se mostró clara: los soviéticos también habían observado los
satélites y suponían que eran norteamericanos. Sin embargo, el satélite no identificado
seguía orbitando la Tierra a 28.000 kilómetros por hora. Su diámetro sobrepasaba los 10
kilómetros. Esta inmensa bola, de caer sobre nuestro planeta provocaría un inmenso
desastre. Y en algunos años más caería a causa de que día a día ganaba algunos
segundos. Implicaba esto que iba descendiendo en su órbita. Para no crear pánico se
guardó la información en absoluto secreto. Es así que se aceleran los preparativos para
lanzar el "Mouse" (satélite norteamericano). Se calculaba que en agosto de 1956
podría elevarse al espacio. Mientras cohetes de otro tipo fueron lanzados a 400
kilómetros de altura con cámaras fotográficas, las placas indicaron que se trataba de
máquinas no fabricadas por el hombre.
El problema de los satélites no
identificados ha intrigado a los hombres de ciencia de todos los países. Una de las
característica que los destaca es que giran en órbita polar y no pasando por el Ecuador,
como los norteamericanos y los rusos.
Es en el año 1960 cuando un nuevo
satélite había entrado en órbita alrededor de nuestro planeta, Henry C. Courten, del
Departamento de Estaciones Seguidoras del Espacio, de la Grumman Aircraft Engineering
Corporation, comunica a un famoso investigador:
"El objeto aparecido del que se dio noticia en los periódicos, fue observado por vez
primera por una estación de nuestra red fotográfica de detección, el 12 de agosto de
1960, la misma noche que el satélite "ECO I" comenzó a ser visible. Sin
embargo no pudo ser fotografiado hasta el 25 de agosto de 1960 y solo por una estación.
La dificultad de obtener fotografías simultaneas desde dos o mas estaciones lejanas, se
vio aumentado por la posición de la línea de sombra después de atravesar algo mas de la
mitad del cielo visible. Aunque esto dificultó los esfuerzos para efectuar fotografías
simultaneas con el fin de trazar una triangulación, pudimos hacer algunas conjeturas
respecto a la altura del objeto sobre la superficie de la Tierra. Anotando cuidadosamente
la hora de su primera aparición fuera de la sombra, el calculo mas aproximado es de 300 a
350 millas náuticas (540 a 630 kilómetros) en su paso de agosto".
"Nuestra información fue enviada al personal de la Estación de Rastreo Espacial de
la Fuerzas Aéreas de los Estados Unidos, en Hanscom Field (Massachusetts). La aviación
no ha podido calcular una órbita, pero parece que esta seria muy excéntrica, con un
apogeo de 4.200 millas (7.560 kilómetros) y un perigeo de 330 millas (540
kilómetros)".
"Aproximadamente, una docena de informes que parecen razonables acerca de otras
observaciones, nos han sido directamente enviados, y muchos más a la Fuerza Aérea. Un
observador de Inglaterra, cuyo informe parece digno de crédito, no envió fotografías
tomadas en distintas fechas de principio de septiembre".
"Como Ud., comprenderá hay que tener mucho cuidado en no aceptar observaciones
falsas. Durante nuestra observación personal de tres pasadas del objeto, se observaron la
siguientes características: 1) El color del objeto varía desde el zanahoria (rojo) al
paja (amarillo). 2) Su movimiento, en principio, podría compararse al de un satélite. 3)
La trayectoria seguida por el objeto era de Este a Oeste. 4) El objeto solamente aparecía
alrededor de la hora en que empezaba a ser visible el primer paso nocturno del ECO
I".
"Conviene destacar que nuestros observadores están muy calificados para distinguir
entre un avión, un meteorito y un satélite artificial. Nuestra compañía ha observado y
fotografiado satélites desde 1958 y ha captado con éxito objetos tan débiles como el
ETA II (GREB) de 1960 y el EXPLORER VIII de 1960, utilizando nuestro programa de
dirección del IBM 704 (Proyectil Balístico Intercontinental) para disparar a ciegas en
el ultimo caso......".-
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