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Fenómenos Lunares Transitorios (TLP)

Un interesante artículo (transcripto textualmente) del investigador Marius Lleget, sobre los fenómenos luminosos que ocurren en nuestro satélite natural, y que según concluye el autor del mismo intenta relacionar con las distintas fotografías de Ovnis sobrevolando la Luna que hiciera nuestro conocido P. Segundo Reyna (astrónomo argentino)



Es preciso insistir sobre un hecho de gran actualidad y de no menor interés científico, relacionado con la Luna. Me refiero a los fenómenos lunares transitorios (TLP en sus siglas internacionales). Se trata de luminiscencias esporádicas, se observan desde hace más de un siglo en nuestro satélite. Sirvan de fidedigno ejemplo las siguientes observaciones, registradas por George Langelaen, en su obra (Les faits maudits) (Enciclopedia Planéte, París 1967).

La Luna


En 1821, sir John Henschel (hijo de sir Willíam) descubre unos puntos brillantes sobre la Luna y, poco después, un punto brillante en proximidad de la Luna, que no es una estrella porque se desplaza con nuestro satélite.
En 1824, a las 5 de la madrugada, el astrónomo Gruytihulsen distingue en la parte oscura de la Luna, en el Mar de las Nubes, una claridad que se extiende en dirección a Copérnico, en una longitud de casi 100 kilómetros (calculándose su anchura en unos 20 km.) Minutos después desaparece, Pero seis minutos más tarde una pálida luz brilla por unos instantes. En fin, desde las cinco y media hasta el alba se suceden una serie de luces parpadeantes.
El propio Gruythuisen, el 13 de febrero de 1826 observa el doble cráter de Messier, en el Mar de la Fecundidad y descubre un misterioso trazo blanco, en cuya parte menos brillante aparecen numerosos puntos luminosos. (Escribe después que no permanecían en la misma posición).
En 1832 (4 de julio), el astrónomo Webb asiste a una verdadera iluminación desde Mar de las Crisis por numerosos puntos luminosos.
En 1847, 1864 y 1865, varios astrónomos insisten sobre las luminiscencias lunares. Pero es en 1866/67 cuando encontramos una observación del máximo interés, por tratarse del cráter Aristarco, el mismo que ha sido objeto de un minucioso estudio de TLP durante los últimos vuelos (Apolo). En los años antes mencionados, Temple y Denning puntos luminosos y luces en el interior de dicho circo. Estas observaciones fueron comprobadas por astrónomos Marsella, Atenas y Lisboa, lo cual ya demostraba que Aristarco es un centro de especial actividad de tipo endogeno (concepto actualmente sostenido acerca de los TLP).
En 1869 se observan nuevas luminiscencias en el Mar de las Crisis, y la Real Sociedad Astronómica de Gran Bretaña pide a todos sus miembros que dediquen atención. Por espacio de dos años la R.S.A. recibe más de cien comunicaciones y croquis, hasta que en 1871 las extrañas luminiscencias desaparecen bruscamente.
Saltándonos unos cuantos años para abreviar, 11 al 20 de febrero de 1877, cuando el astrónomo de Meudon, M. Trouvelot, observa una clara línea luminosa en el fondo del cráter Eudoxio .."Parece un grueso cable luminoso sobre el cráter..", dice.
El 21 de marzo del mismo año, C. Barrett observa una brillante iluminación (no causada por el Sol) en el fondo del cráter Proclus.
Llegamos al 3 de marzo de 1903, cuando Rey, del observatorio de Marsella, y Maurice Gheury, de Londres identifican otra luz brillante en Aristarco.
En 1922, el astrónomo F. Burned descubre tres montículos (que no existían anteriormente) en el interior del cráter Arquímedes.
Y de nuevo Aristarco. Primero, en 1958, el astrónomo N. A. Kozyrev, del gran observatorio de Pulkovo (URSS), señalo erupciones en el cráter Alfonso, y dos años más tarde volvió a registrar otro fenómeno similar, pero ya en Aristarco, con la particularidad de que esta vez estaba preparado para tomar el espectro de la erupción, que evidenció la presencia de carbono, potasio o hidrógeno en forma de gas y muy cerca del mencionado cráter.
Los astrónomos norteamericanos del observatorio Lovell confirmaron las observaciones de Kozyrev, el 29 de octubre de 1963 y posteriormente el 27 de noviembre del mismo año. Gracias a su telescopio de 24 pulgadas pudieron observar puntos rojizos, de un rojo de rubí, en las proximidades de Aristarco, puntos que se fueron desplazando varios kilómetros durante su prolongada serie de observaciones.
Bien podemos asegurar que desde entonces creció el interés por la Luna y, particularmente, por el estudio de misteriosos fenómenos transitorios.
Al decir último, me refiero - ya se entiende - a la información más reciente que poseía en el momento de escribir estas notas. Información que procedía, como de costumbre de la activísima Agrupación Astronómica de Sabadell, entidad con la que mantengo estrecho contacto.
He aquí, nota con carácter urgente, me envió el infatigable secretario, José María Oliver: "Sabadell, 9 de agosto de 1969 - En la madrugada de hoy, sábado, desde las 4,00 horas y hasta las 5,23 se produjo un fenómeno lunar transitorio (nombre que reciben, en términos científicos las supuestas erupciones volcánicas o gaseosas lunares), cuyo desarrollo pudo ser perfectamente observado por don José María Gómez, directivo de la Agrupación Astronómica de Sabadell, a través del telescopio 30 cm. de su observatorio enclavado en Mollet. El fenómeno se produjo sobre la muralla SE del cráter Herodoto, presentando el aspecto de una serie de oscilaciones luminosas. A las 4.00 hs. había un punto brillante que a las 4.22 hs. había desaparecido; a las 4.33.50 hs, surgió una "llamarada" muy intensa que duró unos 4 segundos, permaneciendo después un débil brillo con ligeras oscilaciones de intensidad. A las 4.41.36 hs. se observó una nueva llamarada de 10 segundos de duración y, finalmente a las 5.03.21 hs otra casi instantánea.
La nota aquí parcialmente reproducida, recordaba que la Agrupación Astronómica de Sabadell desde hace unos meses presta especial atención a los estudios lunares, dado que está adscrita a una red internacional de observatorios creada precisamente para estudiar esta clase de fenómenos y dirigida por el Center for Short-Lived Phenomena de los Estados Unidos, el cual fue transmitida de inmediato y telegráficamente la noticia de la observación -por primera vez- de un TLP en el cráter Herodoto, de 38 km. de diámetro y 1.350 metros de altura en sus murallas interiores.
El fenómeno detectado por el señor Gómez constituye el tercer descubrimiento de este tipo efectuado en España desde que fue creada la red internacional de observatorios especializados en TLP. Los dos descubrimientos anteriores que tuvieron lugar el 20 de mayo y el 19 de julio de 1969, también fueron realizados por miembros de la Agrupación Astronómica de Sabadell, con la particularidad de que el primero de ellos fue, asimismo, obra de[ mencionado señor Gómez. El TLP descubierto el 19 de julio último, fue detectado por el diligente secretario de la citada Agrupación, señor Oliver.
Finalmente, creo de Interés subrayar que los TLP del 20 de mayo y 19 de julio últimos, fueron observados en el activo cráter de Aristarco, lo cual permite lanzar la hipótesis de este cráter no sólo muestra signos inequívocos de actividad (recuérdese lo que hemos escrito antes sobre las observaciones que datan de más de un siglo), sino, vistos los resultados obtenidos por la Red Internacional de Observadores de TLP, que dicha actividad puede considerarse como periódica: aproximadamente una vez cada lunación y dentro del último tercio de cada mes, Aristarco da muestras de que la Luna continúa siendo un astro geológicamente vivo. Estas son, por lo menos, las consecuencias que pueden sacarse en principio, y en buena lógica, de las últimas observaciones de fenómenos transitorios en la Luna.
Pero también hemos citado algún caso que parece caer fuera de lo normal, como desplazamientos de luces, luminosidades en movimiento y aparentes cambios superficiales observados en el siglo pasado, y también en este. Se trata de otro aspecto no menos interesante, de los misteriosos fenómenos que se dan en la Luna. Y ello nos invita a reconsiderar un aspecto, cuya paternidad corresponde al Padre Segundo Reyna, S. J. y acerca del cual creo sinceramente que convendría puntualizar, no un poco, sino bastante.

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Los "Ovnis" del P. Reyna

En mi trabajo "Cara y cruz de los ovnis" (número 13 de Enciclopedia Cíclope, página 197) publicaba una fotografía de la Luna, tomada por el P. Reyna, en la que denunciaba la evidente dificultad de aceptar que las manchas registradas sobre el disco del satélite fuesen auténticos "ovnis". Debo insistir sobre este misma cuestión, sin por ello refutar otras observaciones dignas de más crédito. Y, en vista de que el P Reyna se enojó mucho conmigo –seguramente en exceso- me veo en la obligación de demostrar que la mencionada fotografía -igual que otras que la acompañaban- no merece el menor crédito científico. Dicho de otro modo: los "ovnis" y el P Reyna son dos cuestiones distintas, no tienen nada que ver. Ante todo, porque un asunto tan serio y a la vez tan resbaladizo como el tema de los "No Identificados", precisa de la máxima seriedad y conviene denunciar cualquier caso que, no ofreciendo suficientes garantías, sea dado a una publicidad de bombo y platillos, como esta famosa fotografía del astrónomo argentino.
Me refiero, claro está, a la célebre foto del 14 de noviembre de 1964, en la que aparecen sobre la Luna unas grandes manchas (una de ella. muy superior al gigantesco cráter de Clavius) que el P. Reyna asegura que eran "ovnis". Con objeto de eludir falsas interpretaciones, ya que no deseo que mi negativa respecto a este "caso" se interprete como una cuestión personal, voy a ceder la palabra a Antonio Ribera, de quién reproduzco los siguientes comentarios. de su obra "Platillos Volantes en Iberoamérica y España" (Pomaire, Barcelona l969): "Las fotografías facilitadas (por el P. Reyna) son "especulares", es decir, que presentan la imagen enantiomorfa por así decir, del hemisferio lunar fotografiado. El "objeto" o más bien "mancha" central situado al norte del gran circo de Arquímedes, permite ver a su través un accidente del suelo lunar que se hallará en cualquier carta fotográfica de la Luna, lo cual parece indicar que se trata de una "sombra" y no de un cuerpo sólido (págs. 196-97, op cit).
El "objeto" en cuestión, para cuantos se tomen la molestia de examinar la fotografía del 14 de noviembre y la comparen con el detallado mapa de su zona, se verá enseguida que no es otro que los Montes Spitzbergen situados –como dice Ribera- al norte del cráter Arquímedes. En un buen atlas lunar (el Mapa Hallwag a escala 1: 5.000.000, editado en 1967 en Berna, Suiza, puede servir para el caso) se podrá localizar dicho accidente (supuesta "mancha" según el P. Reyna) a unos 35º de longitud Oeste y 6º de latitud Norte. Queda claro, pues, como decía en mi trabajo "Cara y cruz de los ovnis", que jamás podía tratarse de un "No Identificado" sino de una mancha de clisé. Como dice Antonio Ribera. "sin que pretenda rebajar los indudables méritos científicos del P. Reyna, estas fotografías ofrecen serias dudas" (pág. 196, op . cit.). Y ello, tanto por excesivo tamaño del "objeto" o mancha, como o de la "Apolo VIII" pongo por caso, pues de lo que se trataba era de distinguir la nave por via indirecta. En el momento del encendido de sus motores, si esta operación tenia lugar sobre o en torno al hemisferio visible de la Luna.
No se trata de simples cuestiones de detalle, coma habrá podido observar el atento lector, sino de cuestiones de suma importancia, por cuanto a todos nos va en ellas el buen nombre de los "ovnis" (que es el nuestro), ya tan maltratado por muchos visionarios. Y quien dice "buen nombre", quiero aludir a seriedad y objetividad científicas, que es lo mínimo que se puede pedir a quienes estudian el delicado tema de los "No Identificados" al amparo del prestigio que siempre proporciona una cúpula de observatorio.
De ahí que, sin insistir sobre el "caso P. Reyna", quiero terminar estas notas por donde las he comenzado. Es decir recordando que en la Luna ocurren fenómenos esporádicos y también fenómenos "insólitos", y añadiendo que observatorios "amateurs" como el de Sabadell se han granjeado una justa fama por su eficiente y objetiva colaboración con la NASA y con la Red Internacional de TLP, con motivo de la vigilancia a que ha estado sometida la Luna durante los últimos vuelos del Programa "Apolo".
Ahora, misión cumplida: sólo quería comparar dos procedimientos de trabajo sobre un mismo cuerpo celeste y, en el fondo, sobre el gran problema que a todos nos interesa.
Esto es todo, y que cada cual elija libremente su camino.-

MARIUS LLEGET
Enciclopedia CICLOPE, 1968


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