INICIO

¿Bases lunares?

 

Probablemente, los visitantes del espacio cuentan también con bases lunares. Para un astronauta que, procedente de las profundidades del espacio, se acercase a la Tierra para explorarla, la Luna representaría una base natural de observación ideal. Lo más probable, según el investigador Buelta, es que las bases lunares se hallen situadas en tres grupos en el hemisferio septentrional de Selene, a orillas de los grandes mares como el Mare Crisium.

El hemisferio meridional es, demasiado fragoso y abrupto para la instalación de bases. Posiblemente, éstas consisten en cúpulas translúcidas que se han levantado sobre pequeños cráteres (procedimiento que también seguirán los astronautas terrestres, según el proyecto inglés de Clarke, Smith y Ross). En el interior de estas cúpulas de materia plástica se crearía una atmósfera, y condiciones de habitabilidad.

A este respecto, es curioso el caso del pequeño cráter llamado Linneo, en el Mar de la Serenidad y al que Lohrmann, en 1824, atribuyó un diámetro de 7 kilómetros. De pronto, en 1867 el cráter se declaró oficialmente desaparecido, quedando sólo en su lugar una aureola blanca. Hoy día esta aurora es lo único que se ve de Linneo con un instrumento de poco aumento. No hay duda que un cráter cubierto por una materia translúcida ofrecería poco más o menos este aspecto.
Curioso es también el de los dos cráteres Messier A y Messier B, dos pequeños circos vecinos de unos 17 km. de diámetro situados en el Mar de la Fecundidad, y rigurosamente idénticos hasta 1842, en que estos dos extraños gemelos lunares dejaron de serlo.

Por último, vale la pena mencionar el asunto Posidonius D, un pequeño cráter existente en el fondo del gran circo de Posidonius y que está dotado de una visibilidad intermitente, como si en días determinados se ocultase tras un velo de bruma.

Ello parece indicar que en la Luna ocurren extrañas cosas que contradicen la creencia general de que nuestro satélite es un mundo muerto.
No hay duda, pues, de que la Luna es teatro de extraños sucesos y muy posiblemente constituye ya una base de los discos interplanetarios desde muy antiguo.
Ultimamente, produjo gran revuelo en el mundo científico y también en el profano la pretendida erupción rojiza observada por el astrónomo ruso Kozyrev en el centro del circo Alfonso (observación confirmada por el prestigioso selenógrafo francés profesor Wilkins), así como la iluminación anormal observada por Stein, de Nawarkt, Nueva Jersey (EEUU) del fondo del cráter Alpetragio, vecino de aquél. El distinguido selenógrafo español Antonio Paluzie Borrell, secretario de la Sociedad Astronómica de España y América, se hizo eco de estas notables observaciones en un artículo publicado en "La Vanguardia Española", fecha 3-1-1960, sin hacer comentario alguno acerca de sus posibles causas.

EXTRAÑAS OBSERVACIONES LUNARES

A continuación reproducimos una lista de observaciones lunares que demuestran que la Luna no es un mundo tan muerto como se supone y que en ella ocurre algo extraño desde hace bastantes años incluso desde el siglo XVIII:

Herschel, 22-X-1790: En un eclipse total de Luna, diversos puntos brillantes y luminosos, pequeños y redondos.

Dr. William Wilkins, de Norwich, 7-III-1794: Luz como una estrella sobre la parte oscura del disco lunar. Duró 15 minutos. Visible a simple vista.

En Londres, aquella misma noche, a las 6 p.m., un sirviente de sir George Booth realizó idéntica observación.

Herschel, en 1783 y 1787: Más luces brillantes, sobre y cerca de la Luna. También en noviembre de 1821.

Rankin, 1874: Puntos luminosos durante un eclipse lunar.

Observatorio Ciudad del Cabo. Siglo XIX (sin precisar): Punto blanco en parte oscura de la Luna; también tres luces más pequeñas.

W. R. Brooks, Director del Smith Observatory, USA, en 1896: Vio un objeto redondo y oscuro que cruzaba lentamente la Luna en diagonal. Informe confirmado, a su publicación, por el astrónomo holandés Muller, quien dijo haber visto el mismo fenómeno en abril de 1894.

Astronomical Register inglés de marzo de 1877: Luz brillante sobre el disco lunar, en el cráter Proclus. El mismo mes apareció otro punto brillante en el cráter Piccard.

Lista resumida por fechas:

20-X-1824: Selenógrafo ve luz en la parte oscura de la Luna, desde Holanda. Observador: Guithuisen. Luz parpadeante, vista de 5 a.m. hasta 5,30 a.m.

22-1-1825: Oficiales del buque inglés "Coronation", en el Golfo de Siam, vieron luz en el cráter Aristarco.

1874: Monsieur Lamey, en "L'Année Scientifique": Gran número de cuerpos negros cruzan la Luna.

24-IV-1874: Prof. Schafarik, de Praga, observó objeto de un blanco deslumbrador, que cruzó lentamente el disco lunar y salió de él.

27-IX-1881: Objeto luminoso se mueve a través de la Luna. (Visto en Prescott, Arizona, por el Dr. Warren E. Day) G. O. Scott, en Tonto, Arizona, vio el mismo objeto el 7 de marzo.

15-XI-1899: Desde Dourite, en la Dordoña (Francia), se vio a las 7 p.m. una enorme "estrella" blanca, roja y azul, moviéndose como un cometa cerca de la Luna.

10-V-1902: Coronel Markwick, desde Devon del Sur, vio muchos objetos coloreados, como pequeños soles, moviéndose en el cielo en la región de la Luna.

26-XI-1910: Desde Besangon se vio como un soberbio cohete que partía de la Luna durante un eclipse de ésta (La Nature, Francia). En la misma fecha, el Journal of the Brit. Assoc. for the Advancement of Science comunicó que se había visto una mancha luminosa. sobre la Luna durante el eclipse.

27-I-1912: F. B. Harris comunicó al periódico inglés Popular Astronomy: "He visto sobre la Luna un objeto intensamente negro de unas 250 millas de largo por 150 de ancho, semejante a un inmenso cuervo posado."

29-VIII-1917: Objeto brillante moviéndose sobre el disco lunar (Bulletin de la Soc. Astron. de France).

Otras observaciones:

7-IX-1820: Muchos observadores franceses vieron, durante un eclipse lunar, extraños objetos moviéndose en línea .recta, como si realizasen maniobras militares por la precisión de sus movimientos y evoluciones. (Arago: Oeuvres et Annales de Chimie.)

9-IV-1887: Thos G. Elger comunicó al Astronomical Register que vio llamear de pronto una parte oscura de la Luna como una estrella de séptima magnitud. Fenómeno observado a las 7,30 de la tarde. Cesó a las 9,30. Según el testigo, no era. la primera vez que veía luces en la Luna, pero no tan claras.

7-VIII-1869: El profesor Swift, de Matton (Illinois), vio, durante un eclipse solar, unos objetos cruzando la Luna veinte minutos antes de la totalidad del eclipse. En Europa los profesores Hines y Zentmayer comunicaron a Les Mondes, de París, haber visto también dichos objetos, que parecían marchar en líneas rectas paralelas. The Journal of the Franklin Institute recoge idéntica observación.

13-V-1870: Luces que varían en número, según los observadores ingleses. Vistas en Platón. Estas luces se encendían y apagaban alternativamente.

20-11-1877: Monsieur Trouvelot, del Observatorio de Meudon, París ve en el cráter Eudoxus una fina línea luminosa, como un cable tendido sobre el cráter.

21-111-1877: C. Barrett, astrónomo inglés, ve una luz brillante en Proclo.

17-VI-1877: El profesor Henry Harrison, de Nueva York, ve una luz en la parte oscura de la Luna. Al mismo tiempo, Frank Dennett, desde Inglaterra, ve un diminuto punto luminoso en el cráter de Bessel.

23-XI-1877: El Dr. Klein comunicó al diario científico francés L’Astronomie : "Vi triángulo luminoso en el fondo de Platón." La misma noche en que Klein realizó su observación, astrónomos estadounidenses vieron misteriosas motas de luz dirigiéndose hacia Platón desde otros cráteres lunares. Estas luces se dispusieron en un triángulo (como observó Klein) sobre el cráter de Platón.

Entre el 21 de febrero de 1885 y el 19 de diciembre de 1919, los fenómenos vistos en diversos cráteres lunares comprenden: humo rojizo; un objeto curvado como un muro; una zona negra que se vuelve blanca; algo como "un cable luminoso" en el cráter de Aristarco; dos luces el 11 de mayo de 1885, que se repiten exactamente (curiosa coincidencia) el 11 de mayo del año siguiente, 1886; mancha intensamente negra con borde blanco; pared negra en Aristilo; mancha negra en el centro de Copérnico; objeto negro como la tinta sobre el borde de Aristarco; sombra roja; manchas negrísimas en Lexall y Littrow.

Terminamos esta lista de extrañas observaciones lunares con una que casi las supera a todas ellas y que, además de ser inédita hasta el momento de publicarse esta obra (1966), fue realizada por astrónomos barceloneses.
Dicha observación me fue comunicada por el distinguido miembro de la Sociedad Astronómica Aster, don Francisco Almor, el cual requirió el concurso de otros siete observadores de dicha Sociedad (a los cuales no informó previamente de lo que había observado) para que confirmasen su extraordinario descubrimiento, que así no podría atribuirse a una aberración de los sentidos. Todos los testigos coincidieron absolutamente en la descripción del fenómeno, produciéndoles tal sorpresa, que enviaron inmediatamente un telegrama al Centro Astronómico de Copenhague dedicado a la recepción de noticias sobre fenómenos celestes desusados, como saben perfectamente los aficionados a la Astronomía de todo el mundo. Dicho centro no acusó recibo de la noticia.

La observación fue como sigue: Durante varias noches consecutivas, del 14 al 21 de junio inclusive de 1959, don Francisco Almor y los testigos antedichos observaron el paso de un extraño objeto -en realidad, una sombra elipsoide- sobre el disco de la Luna. La trayectoria de dicho objeto era de Sur a Norte, basculando en paso en más menos 15 segundos en un período de más menos 35 minutos. Esto quiere decir que el objeto aparecía por un borde del disco lunar, efectuaba su recorrido sobre el mismo (adaptándose a todos sus relieves e incluso desapareciendo en ocasiones, al escalar la pared de algún gran circo, por ejemplo, lo cual demuestra indudablemente que era la sombra de un objeto situado tal vez a 2.000 kilómetros de altura sobre la superficie lunar, según cálculos que se hicieron) y luego desaparecía por el otro borde, para reaparecer matemáticamente transcurridos 35 minutos, casi por el mismo punto por donde se le vio aparecer antes, como si se tratase de un satélite lunar. Los observadores llegaron incluso a predecir su aparición. El objeto, a su paso, cruzaba los Apeninos lunares. Pero lo verdaderamente sorprendente es el diámetro asignado al objeto productor de la sombra. Admitiendo que a tal distancia del Sol sus rayos son prácticamente paralelos, la sombra debía de tener el mismo tamaño que el objeto que la producía: ¡135 kilómetros!.

Tan bruscamente como había aparecido, la misteriosa sombra se esfumó después del 21 de junio, dejando estupefactos a los observadores barceloneses, que se resistian a dar crédito a lo que sus ojos les habían mostrado a través de su telescopio de 400 aumentos.-