El martes 6 de julio de 1965, las aguas del Atlántico volvieron a
ser teatro de un extraño suceso. A las 21 horas, 52 minutos, de ese día, cuando el
gigantesco petrolero noruego JAWESTA navegaba desde Puerto la Cruz (Venezuela) a Santa
Cruz de Tenerife, y estaba en la posición 24º 40' Norte; 41º 15' Oeste, pudo observarse
un sorprendente fenómeno. Pero para que sea más gráfico lo acontecido, transcribiré
textualmente la palabra al primer oficial del barco, Torgrim Lien: "Cuando a la
referida hora salí, llamado por el vigía, a la banda de babor, observé una gran lengua
de fuego de color azul intenso, que se deslizaba a gran velocidad hacia el barco. Corrí
al teléfono para llamar al capitán y, sin esperar su respuesta, me dirigí a la banda de
estribor del puente, tomando los prismáticos. Entonces vi el gran objeto que pasaba
frente al buque.
Navegábamos a 2.030 millas de este puerto (el informe de Torgrim Lien fue redactado en
Santa Cruz de Tenerife). El objeto paró muy cerca de la nave, hacia popa, a una altura
entre 200 y 400 metros y muy por debajo de las nubes. El cielo estaba casi despejado,
pudiéndose ver las estrellas y la claridad de la Luna, así como algunas nubes bajas.
Pude observar perfectamente el fuselaje del objeto por su parte superior. Tenía forma
semejante a un cigarro puro, y vi claramente una línea de ventanas de cuyo
interior salía una luz entre amarillo claro y anaranjado. No tenía el aparato señales
de alas ni de timón. Mostraba una cola de fuego azulado, que era más estrecha por el
lado en que surgía, y luego se ensanchaba.
Un poco más atrás del objeto y en la estela que dejaba éste, podía observarse como un
conjunto de bolas incandescentes, de cada una de las cuales salían rayos azules paralelos
a la dirección del objeto. Yo creí, el principio, que aquellas bolas incandescentes eran
aviones, pero luego vi claramente que no. La longitud de la cola de fuego debía de ser de
unos cien metros. El objeto parecía mayor que los tipos de aviones conocidos hasta hoy.
Avanzaba a una velocidad enorme y estuvo visible durante unos 30 o 40 segundos, pasando de
Norte a Sur, con rumbo aproximado de 160 grados.
A pesar de su gran velocidad y de haber pasado tan cerca, no oímos ningún ruido. El
vigía de babor, que era el marinero Ambrosio Hernández, dice que al principio parecía
como si el objeto saliera del mar con rumbo Norte. De repente cambió de dirección, y se
movió hacia el barco. Narciso Guillén, el timonel, declara que vio el objeto a popa. El
reparador Juan Hernández y el camarero Ignacio Suárez, hacen idéntica declaración.
Desde luego, no se trata de un avión ordinario ni de reactor".
Firman la declaración:
Torgrim Lien, Ambrosio Hernández Diez, Narciso Guillén, Juan Hernández e Ignacio
Suárez Reyes, todos tripulantes del petrolero noruego Jawesta.
Vale la pena reproducir también el
testimonio del vigía, Ambrosio Hernández, que fue el primero en avistar la extraña
nave. Dice así: "Estaba en el puente, por el lado de babor, tratando de fijar la
posición de la Estrella Polar. En esto vi que la mar se encendía. Creí que se trataba
de un barco que había explotado y esperé el ruido de la explosión. No escuché nada.
Observé entonces que un gran objeto salía de la mar y se elevaba; luego cambiaba de
rumbo y se dirigía hacia nosotros. Entonces llamé al primer oficial, que salió
inmediatamente.
Para mi que salió del fondo del mar. Si no, no se hubiera encendido el agua. Yo creo que
con su radar, o lo que sea, detectó nuestro barco y se acercó a ver de qué se trataba.
Por eso se elevó primero en otra dirección y se acercó luego. Pasó más cerca que esas
montañas (Ambrosio Hernández se refiere a las de la cantera próxima al dique del Este,
en el puerto de Santa Cruz de Tenerife). Lo pude ver con toda claridad, con sus ventanas,
su cola de fuego y las bolas encendidas que iba dejando en su camino y que luego se
apagaban, como las de los fuegos artificiales. Parecía como si tuviera detrás un gran
tubo y otros menores, en forma de abanico, que arrojaran fuego.
Pero no pude escuchar ruido alguno. Es extraño que un objeto tan grande, pues por lo
menos tenía el largo de tres aviones, se moviera en silencio. Y eso que parecía
impulsado por cohetes. En fin, nunca he visto una cosa tan rara".-
Es impresionante la coincidencia que hay en ambas declaraciones, acerca del completo
silencio con que se desplazaba el ovni. ¿Sería éste el mismo que, tres días después,
paró todos los relojes eléctricos del aeropuerto de Santa María, en Las Azores, al
sobrevolarlo a 9.000 metros de altitud? Su aspecto fusiforme era por lo menos el mismo,
según los testigos que lo vieron.-
Fuentes de consulta
- El Gran Enigma de los Platillos Volantes
- Antonio Ribera Editorial Pomaire
- Enciclopedia Cíclope - autores varios |
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