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¿... ...?

Una curiosa historia acaecida en 1959 y aún no esclarecida, sigue intrigando a los que se interesan en hechos extraños. El protagonista es un soldado norteamericano de primera clase, técnico en misiles, llamado Gerry Irwin.

Todo empezó al caer la tarde del 28 de abril de 1959, cuando Irwin volvía en auto de Nampa, Idaho, a su cuartel de Fort Bliss, El Paso, Texas. Había estado de permiso y ahora debía reintegrarse a su servicio. Pasando por Cedar City, Utah, al agarrar la carretera 14, observó un objeto extremadamente brillante que cruzaba el cielo, de la derecha hacia la izquierda; paró el motor y pudo observar durante escasos segundos el vuelo del objeto que luego desapareció de su vista. Pensando que quizá se trataba de un avión de línea en llamas que buscaba un lugar para su aterrizaje de emergencia, Irwin, en vez de seguir su camino decidió correr a pie a través de los campos para socorrer al piloto.
Con betún para zapatos escribió en letras grandes "STOP” encima de su coche, y dejó una nota en el timón con el siguiente mensaje: "Voy en busca de un avión que debe haberse estrellado. Llamen por favor a los agentes de policía”. Una media hora más tarde pasaba por la carretera un Inspector de caza y pesca, que, encontrando el mensaje lo llevó al sheriff de Cedar City. Este, de nombre Otto Pfief, movilizó algunos coches que rápidamente se hicieron presentes en donde estaba estacionado el de Irwin. Del presunto "avión Incendiado", no había ni rastro en los alrededores; en cambio, a los 90 minutos de dejar la nota, Gerry Irwin fue encontrado sin sentido y transportado al hospital de Cedar City. El doctor Broadbent notó que su temperatura y respiración eran normales y que parecía simplemente dormido; mas, resultaba imposible despertarlo, de modo que Broadbent optó por diagnosticar una crisis de histeria.
El soldado despertó a los dos días, el 2 de marzo. su primera pregunta fue acerca de lo que el había tomado por un avión incendiado; la segunda, por su sacón (que no se le encontró encima) y que él, de manera algo incoherente, intentaba relacionar con un arbusto.
Llevado a Fort Bliss, fue puesto bajo observación en el Hospital Militar de William Beaumont durante cuatro días, al cabo de los cuales reanudó su servicio; sin embargo, su ficha de salud fue anulada...

Menos de una semana después, al caminar por un campo, cayó desmayado; se repuso en seguida, pero le volvió a ocurrir lo mismo a los pocos días, en una calle de El Paso; esta vez fue transportado al Southwest General Hospital, en donde su estado fue considerado semejante al diagnosticado en Cedar City. Al despertarse, varias horas más tarde, volvió a hacer las preguntas de la primera vez, relacionadas al "avión incendiado" y a su sacón; cuando le contestaron que ya no era el 2 de marzo sino el 16, no pareció comprender, lo que determinó que fuera nuevamente llevado al hospital de William Beaumont y puesto en observación bajo el cuidado de los psiquiatras. Quedó allí un mes, saliendo el 17 de abril, a raíz de que el resultado de los tests que le efectuaron indicaban que su estado era normal. (Ésta última Información fue facilitada por un cierto capitán Valentine).
Un día después, Gerry sintió un extraño e irresistible impulso que lo indujo a hacer algo aparentemente sin sentido y ajeno a su propia voluntad: sin siquiera pedir permiso, y casi en estado hipnótico, salió de Fort Bliss y se encaminó por la carretera. Percibía como una orden que lo impulsaba a realizar una determinada tarea: sin proponérselo, al llegar al paradero de autobús de El Paso, se detuvo para esperarlo. Una vez llegado el autobús, Irwin lo abordó, y el 19 de abril llegó a Cedar City, en donde bajó. La misma fuerza desconocida lo obligó a dirigir sus pasos por la carretera que llevaba al lugar en donde más de seis semanas atrás, había dejado su auto con el mensaje adentro.
Desde allí siguió el mismo camino de la vez pasada, a través de los campos, hacia el hipotético lugar en el cual había supuesto entonces que se había estrellado "el avión incendiado". Sus pasos lo llevaron derecho hasta un determinado arbusto dentro del cual encontró el sacón tan añorado; sus manos, guiadas por las mismas extrañas y misteriosas fuerzas que lo hablan impulsado a salir de Fort Bliss, buscaron febrilmente algo que finalmente encontraron metido a través de uno de los ojales: un lapicero, alrededor del cual estaba estrechamente enrollado un pedazo de papel.
Sin saber por qué, y sin mirarlo, Irwin desenrolló el papel, y sacando un encendedor de sus bolsillos, lo quemó. Fue solamente al volar las livianas cenizas que volvió a su estado normal y que se sintió libre de ese estado casi hipnótico que había hecho presa de él; se acordaba perfectamente de todo lo que había hecho sin, empero, comprender el por qué de sus actos. Librado a su propia decisión e instinto, huérfano de la inconsciente fuerza que había mandado en él, le costó trabajo encontrar el camino para regresar a la carretera.
Llegó finalmente, exhausto y confundido, a Cedar City. Allí, el sheriff Otto Pfief le dio detalles acerca del primer incidente. De regreso a Fort Bliss, él mismo pidió un nuevo examen psiquiátrico; se le hicieron varios, sin ningún resultado. Aquella terrible Iaguna que había en su mente, aquel eslabón que faltaba y que constituida la explicación de lo que había ocurrido al salir en búsqueda del "avión incendiado", así como también la razón de su último impulso, quedaron sepultadas en lo desconocido.
El 10 de julio, por orden superior, fue nuevamente reintegrado al Hospital de Beaumont. El 19 de agosto volvió a desaparecer, saliendo del hospital sin permiso, supuestamente bajo otro impulso irracional. Esta vez no regresó y tampoco fue encontrado. Pasado un mes, fue declarado desertor.
Nunca más se supo de Gerry Irwin, soldado norteamericano de primera clase, técnico en misiles.-

Fuente: REVISTA CORBE – Nº1 – OCTUBRE 1973

 


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