INCIDENTE EN CISCO GROVE
El 4 de setiembre de 1964, tres habitantes de la región californiana de Sacramento se
fueron en coche a las montañas próximas de Cisco Grove, para practicar un poco la caza
con arco y flechas. Acababa de comenzar la época de la caza con arco. A la caída de la
noche, los tres se encontraban bastantes separados. El principal protagonista de este
caso, el señor S., tenía que avanzar por el bosque y regresar al campamento por una zona
determinada. Emprendió el regreso a las escasas luces del crepúsculo y así llegó a un
cañón, fue cuando oyó un ruido, a lo que tomó por un oso, a juzgar por los chasquidos
de ramas partidas que producía, y decidió refugiarse en un árbol. Al poco tiempo
descendió del mismo y encendió tres hogueras, para hacer señales a sus compañeros.
Entonces S. vio una luz por debajo del horizonte y supuso que era una linterna, con la que
sus amigos le buscaban. Pero cuando vio que la luz ascendía velozmente y se colocaba
sobre un árbol, comprendió que no era lo que pensaba, de repente la misteriosa luz se
acercó en su dirección, para detenerse y permanecer suspendida en el más completo
silencio, dadas estas extrañas circunstancias optó por trepar nuevamente al árbol.
Esta luz parecía tener (según descripción del testigo) entre 20 y 25 centímetros de
diámetro y era blanca. Le pareció que le acompañaban otros dos o tres objetos, que
siempre permanecían a la misma distancia de ella. Acto seguido, el señor S., oyó ruido
entre la maleza, como si alguien andase por ella y vio entonces salir a una figura de una
espesura de arbustos a la cual se unió otra que provenía de dirección diferente, y
ambas se dirigieron hacia el árbol en que se había encaramado el infortunado testigo, se
detuvieron al pie del mismo y pareció como si mirasen hacia arriba.
En ese momento una tercera figura que parecía proceder del mismo lugar que las anteriores
se aproximó al árbol. Esta parecía moverse de una manera distinta a las dos anteriores,
haciendo más ruido y parecía tropezar con los arbustos pasando sobre ellos. Las dos
primeras figuras trataron de alcanzar a el señor S. montándose una encima de la otra
más por lo visto no sabían trepar por un árbol. El tercer ser (al que S. denominó como
un "robot") parecía limitarse a observar y esperar sobre una roca situada al
pie del árbol. Entonces empezó una verdadera pesadilla.
Durante toda la noche el "robot" trató de "gasearlo" con lo que
parecía un extraño humo que le brotaba de lo que parecía su boca, mientras las otras
dos figuras se apartaban para contemplar la escena o trataban de encaramarse por el
árbol. S. subió más arriba, se sujetó con su cinturón al tronco, pues la parte del
árbol donde finalmente se instaló, estaba cerca de la copa y tenía menor diámetro, se
puso a horcajadas sobre una rama y después se dedicó a encender trozos de su ropa y a
tirarlos a los extraños seres.
Empezó por encender su gorra. y la tiró hacia abajo, obligando a las dos figuras a
apartarse del árbol. Acto seguido, el robot abrió lo que parecía su boca,
saliendo por ella una nubecita de humo blanco o gas, y unos segundos después la cabeza
empezó a darle vueltas y perdió el conocimiento, cada vez que esto pasaba, al recuperar
el sentido. probablemente unos segundos después, sentía mareos y náuseas. Encendía
entonces otro trozo de su vestimenta o tiraba algo a sus sitiadores, tratando de
ahuyentarlos.
Terminó por desgarrar y encender casi toda su vestimenta, aún antes de acudir a este
último recurso desesperado, el señor S. disparó tres flechas apuntando cada vez a la
región torácica del robot. Cuando las flechas alcanzaron al extraño ser,
saltaban chispas. como si éste estuviese hecho de metal. El testigo tiró su cantimplora,
que uno de los seres de apariencia Inteligente recogió, para examinarla con su
compañero. Además de la cantimplora y Ios trozos de tela ardiendo, les tiró el arco y
todas las monedas sueltas que llevaba en el bolsillo.
Finamente, cuando se acercaba el alba, las dos enigmáticas figuras se apartaron del
árbol, un segundo robot se unió al primero, y ambos permanecieron frente a
frente al pie del árbol. Súbitamente unas chispas y un resplandor se extendieron entre
el pecho de ambos y surgió de ellos una nube de gas. El desdichado testigo perdió el
conocimiento y, al recuperarlo, todos los seres hablan desaparecido. Tiritaba de frío al
hallarse expuesto a la intemperie y a aquella temperatura de solamente 3º centígrados,
en mangas de camisa, pues sólo le quedaba ésta, la ropa interior, los calcetines y las
botas.
Al descender del árbol y a pesar de la tremenda experiencia que habla sufrido, trató de
orientarse y, cuando lo consiguió emprendió el regreso al campamento. Por último
mareado, aterrorizado, dominado por el frío y el agotamiento, se dejó caer al suelo. Al
poco rato oyó silbar a uno de sus compañeros, se levantó y lo llamó, emprendiendo,
juntos el regreso al campamento.
A su llegada relató a sus amigos el terrible momento que había pasado y se enteró que
otro de los muchachos, también habla tenido la oportunidad de observar una luz muy
brillante que descendió lentamente la noche anterior en el bosque.
El testigo de este escalofriante hecho (que desea conservar el más riguroso incógnito)
fue entrevistado, grabado y sometido a tratamiento de amital de sodio por parte de
profesionales y psiquiatras, se lo interrogó bajo trances hipnóticos y se llegó siempre
a la misma conclusión, es decir se consideró al caso como real y de que el mismo se
constituyó en una verdadera experiencia física casi increíble dentro del campo de
nuestra racionalidad.
Referencias
de este caso se pueden hallar en:
THE GREAT FLYING SAUCER HOAX - CORAL LORENZEN (A.P.R.O.) LOS
HUMANOIDES - AUTORES VARIOS - EDITORIAL POMAIRE
BOLETÍN DE LA A.P.R.O. MARZO-ABRIL 1965 FLYING
SAUCER REVIEW NOVIEMBRE-DICIEMBRE 1964