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Relatos Bíblicos
¿visitas extraterrestres..?
 
 

El primer Apocalipsis

La Biblia dice: "¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del Sol. ¿Hay algo de que se puede decir, he aquí esto es nuevo..? Ya fue en los siglos que nos han precedido. No hay memoria de lo que precedió, ni tampoco de lo que sucederá habrá memoria en los que serán después, aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo que pasó (Eclesiastés 1:9 al 11; 3:15).
Ahora, a la luz de la Ciencia y de las Sagradas Escrituras, los sabios se plantean una apasionante incógnita y se preguntan: ¿Existió, hace millones de años, en una remota época ante-paradisíaca, una civilización preadánica técnicamente más poderosa que la nuestra actual, antes de que el orbe terrestre fuera devastado por una hecatombe apocalíptica que lo sumergió en el caos que nos describe el texto sagrado del Génesis?
"En el principio, Dios creó los cielos y la Tierra, así empieza la Biblia. Por medio de la palabra creadora del Dios perfecto y viviente, que ama a todos y lo bendice todo, vino a existir un mundo perfecto, lleno de vida y luz, lleno de alegría y placer"... "Por la fe entendemos haber sido constituido el Universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía (Hebreos 11:3)".
"Pero algo incomprensible sucedió. Un poderoso príncipe de luz, lo entenebreció. Su reino y esfera de acción se convirtieron en noche, sembrando el primer "no" ante la faz de Dios, de quien procede toda afirmación. Incontables fueron las poderosas huestes angélicas del cielo que permanecieron fieles en el infinito océano del divino "Sí".
A pesar de ello, Satanás convirtióse en el gran dragón apocalíptico y condujo las legiones de espíritus celestes sujetos a él, extraviándoles, y convirtió la Tierra, antes tan llena de luz, en un oscuro y tenebroso caos estropeado y vacío. Así escribe el bien conocido apologista profesor Bettex.
En efecto, en Génesis 1:2 leemos: "Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo".
La teoría de un cataclismo original es también sustentado por el general Von Viebahn, famoso evangelista alemán, la cual se halla claramente expresada en los fragmentos siguientes tomados de escritos breves de este teólogo. "La Tierra estaba desordenada, vacía y oscura. Este fue el resultado de la rebelión de Satanás. El primer paso llevado a cabo por Dios en su batalla contra él, fueron las palabras: -Sea la luz- pudo muy bien ser que hubiera habido una gran catástrofe en el intervalo entre los versículos primera y segundo de la Biblia, cataclismo que convirtió la primera creación en un caos. La Tierra que salió de las manos de Dios sin mancha ni arruga, vino a ser, como consecuencia de la rebelión satánica, un desierto. Se hacía necesaria una nueva creación, ya que el hombre, creado a imagen y semejanza de Dios, estaba ya destinado a ser el que gobernase la Tierra".
El doctor Von Huene, profesor de Paleontología de la Universidad de Tunbringen, adopta la misma posición al decir: -Cuando Dios creó los cielos y la Tierra. todo vino a la existencia, en perfecta armonía y santidad, y Dios comisionó a Lucifer para que la gobernase. Pero a causa de su rebelión, tanto él como su reino, cayeron bajo el juicio divino. Satán quiso hacerse igual a Dios. La envidia y el orgullo fueron su pecado. En el intervalo entre los versículos 1 y 2 del Génesis, tiene lugar la caída de Lucifer, juntamente con las potencias que le siguieron.
Los defensores de la teoría de la restauración de la Tierra, formulan las siguientes preguntas: la creación del mundo, en su más profundo significado, ¿ha tenido lugar para la alabanza de la gloria de Dios, primordialmente? ¿No resulta sorprendente el hecho de que un mundo oscuro, estropeado y vacío, haya surgido inmediatamente de la mano creadora del Dios de luz, del Dios de la plenitud de vida y orden perfecto? Un Dios que proyecta de una forma contraria al caos, no puede crear nada caótico. Por ende, el caos no puede haber existido en un Cosmos que está bajo, su divino gobierno.

El mundo original

La ciencia moderna está aproximándose cada vez más al relato cosmológico del Génesis. Nos dicen los científicos que nuestra Tierra llegó a la existencia al mismo tiempo que fue creado el resto del Universo, que al parecer por toda la faz del planeta hay evidencias que tienden a indicar que nuestro mundo sufrió, en una época muy anterior al diluvio, un cataclismo tremendo, un cambio catastrófico como resultado del juicio divino, y que después de esa hecatombe la Tierra fue restaurada y recibió su forma y condición actuales.
"Y la Tierra estaba ". El verbo hebreo "haitah", vertido estaba en todas las versiones oficiales de la Biblia para significar que en aquel remoto período creativo nuestro planeta se hallaba desolado y vacío, admite igualmente la traducción "se volvió" o "llegó a ser", debido a que esta palabra tiene, en el original, ambas acepciones. La misma raíz etimológica aparece en Génesis 19:26, donde leemos que la mujer de Lot "vat'hi" (fue o era, pero en tiempo más antiguo) estatua de sal, traduciéndose: "y se volvió estatua de sal".
De modo que podemos leer Génesis 1:2 así: "Y la Tierra se volvió desolada y vacía". El profeta lsaías nos diría, siglos más tarde, que cuando Dios formó la Tierra, la hizo y la compuso, "no la creó desolada", pues en el original hebreo se usa el mismo vocablo que significa "desordenada"; y añade a continuación: "para que fuese habitada la creó" (lsaías 45:18).
Así. pues, en armonía con la Ciencia parece ser que el primitivo estado en que hallamos la Tierra en la narración del Génesis, según la expresión literal que aparece en la voz hebrea, es tal como salió originariamente de las manos del Todopoderoso. Como toda obra de Dios, el mundo original fue creado con la marca de su Hacedor sobre él, la perfección; como perfecto fue también creado Adán al salir de las manos del Señor. El sello de Dios es siempre la perfección en todas sus obras. Tal vez será interesante recordar aquí que la palabra Cosmos tiene, etimológicamente, antecedentes que conjugan admirablemente con la idea que estamos desarrollando. Originalmente era un nombre griego; los griegos lo usaban para designar el Universo como un sistema ordenado. Este nombre, a su vez, se derivaba de un verbo que significaba arreglar, adornar, ornamento, pulido, aderezado, componer. La raíz es la mismo que hallamos en la palabra "cosméticos". Por tanto, el Cosmos es el Universo entero como sistema hermoso y adornado.
Ahora bien: ¿Cuánto tiempo la Tierra quedó en ese primer estado de perfección original? No lo sabemos. Las Sagradas Escrituras mantienen silencio con respecto a esto. Sólo nos dicen que sobrevino el caos. Un caos quizá provocado -¿por qué no?- por las hostilidades bélicas desencadenadas por luchas entablados entre seres de otros sistemas planetarios. Es posible que en un pasado perdido en los albores de la prehistoria, nuestra Tierra recibiera la visita de criaturas procedentes del espacio exterior, de humanidades superiores que aterrizaron con sus astronaves en nuestro mundo, lo exploraron y fundaron en él sus colonias, estableciendo así sus civilizaciones extraterrestres, hasta que un día desaparecieron sin dejar rastro.

El secreto de Lucifer

Y quién sabe si tal vez se produjo, también, una conflagración entre ellos, disputándose el dominio del planeta, siendo la Tierra original el escenario donde se desarrolló la primera guerra apocalíptica, y en cuyo conflicto, sin duda, se utilizarían potentes armas nucleares, lo cual desencadenó el cataclismo que asoló al mundo preadánico, vaciándolo de toda vida y sumergiéndolo en las tinieblas. Es curioso que la Biblia nos presenta a Satanás, no como un diablo repulsivo y grotesco, sino que precisamente nos lo describe como un personaje espiritual inteligentísimo y sumamente poderoso en el estudio y conocimiento de los ciencias. En efecto, se nos dice de él que cayó en rebeldía a causa de su inteligencia. Probablemente, pues, fue su mente poderosa y brillante lo que le condujo a una rebelión abierta contra Dios. Quiso ser semejante al Eterno. Le pareció que tenía cualidades como para estar a la misma altura del Todopoderoso. Y eso significa que para ser igual al Altísimo tendría que conocer el secreto de la vida. Pero el secreto de la vida se conseguiría solamente a través de asiduas y diligentes investigaciones. "Y dijo Jehová a Satanás: ¿De dónde vienes? Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: De rodear la Tierra y de investigar asiduamente por ella" (Traducción literal de Job 1:7).
Y cabe suponer que mientras el gran enemigo de Dios indagaba para descubrir el secreto de la vida, seguramente descubrirla también el secreto del átomo.
¿Y cuánto tiempo permaneció nuestro globo en ese segundo estado caótico, en ese primer "fin del mundo. que nos sugiere el Génesis? Lo ignoramos. Tampoco nos lo dice el Libro de los libros. Ahora bien: ¿De dónde surgieron o cómo aparecieron esos hipotéticos pobladores del prehistórico mundo original? ¿Existen vestigios de su civilización establecida anterior al caos? ¿Se conservan huellas del paso de esa raza preadánica por la superficie de la Tierra? Me permito invitar al lector a considerar algunos hechos "mitológicos" que dan que pensar. Ráfagas y destellos brumosos que nos hacen suponer que siglos más tarde, ya restaurada la Tierra por el poder creador y sustentador de Dios, seres venidos de fuera (tal vez algunos supervivientes de esas milenarias civilizaciones que se extinguieron por desintegración y que quizá, para salvarse de la hecatombe, tuvieron que emigrar a otros planetas) regresaron a nuestro mundo y empezaron a ejercer una Influencia educadora y cultural en él. Sin duda fueron los primeros instructores del género humano primitivo, enviados por el Todopoderoso, pues bajo distintos nombres y apariencias encontramos a esas extrañas criaturas en la. mitología y en la historia de todos los pueblos. Surgidos misteriosamente de nadie sabe donde -aunque es unánime la antigua creencia de que procedían del cielo-, fueron portadores de unas enseñanzas y conocimientos superiores que nos legaron en un pasado arcaico, testigo tal vez de varias anteriores prehistorias, y del que se han conservado fragmentos diseminados entre las diversas leyendas forjadas por la mentalidad ancestral del hombre primitivo.

Habla la voz del pasado

En efecto, cuando la humanidad vivía más próxima a su pasado, sabía que descendía de "dioses", de reyes gigantes que le habían enseñado todo. Recordaba una edad de oro en que los superiores, nacidos antes que ella, le enseñaban la agricultura, la metalurgia, las artes, las ciencias y el manejo del alma. Los egipcios y los asirios contaban leyendas sobre reyes gigantes e iniciadores. Los indígenas del Pacífico mezclan a su religión, sin duda degenerada, el culto a los buenos gigantes de los orígenes del mundo. Desde Grecia a la Polinesia, desde Egipto a Méjico y a Escandinavia, todas las tradiciones refieren que los hombres de la antigüedad fueran iniciados por gigantes e instruidos por ellos en las artes. Y la Biblia nos dice: "Aconteció que cuando comenzaron los hombres a multiplicarse sobre la faz de la Tierra, y les nacieron hijas, que viendo los hijos de Dios (el término "Ben-Elohirn" podría también traducirse: "hijos de los dioses") que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para si mujeres, escogiendo entre todas. Habla gigantes en la Tierra en aquellos días, y también después que se llegaron los hijos de Dios a las hijas de los hombres, y les engendraron hijos. Estos fueron los héroes que desde la antigüedad fueron varones de renombre" (Génesis 61-2 y 4).
En las Estancias de Dzyan, relato "alegórico" de los más remotos tiempos del hinduismo, se dice: "Frutos y granos, desconocidos sobre la Tierra hasta entonces, fueran traídos desde otros Lokas (esferas o planetas) por los Señores de la Sabiduría, en el propio interés de los que éstos reglan, Y en otro lugar se habla de los "Señores de la Faz Resplandeciente" que abandonaron la Tierra, retirando sus conocimientos a los hombres impuros y borrando, por desintegración, las huellas de su pase. Se marcharon en "carros voladores", movidos por la luz, a su país "de hierro y de metal..".
Asimismo, también en el Ramayana y el Mahabarata, libros sagrados hindúes que datan de más de tres mil años y cuyos relatos sin duda se inspiraron en recuerdos mucha más remotos, se describen extrañas aeronaves discoidales que circularon por el cielo en el origen de los tiempos y que parecían "nubes azuladas en forma de huevo o de globo luminoso. En otra fuente india, el Samarangna Sudrahara se nos habla de una nave aérea en los siguientes términos: "No se decía cómo se fabricaban las partes de que constaba el coche volador, para tenerlo en secreto. Tampoco se relataban detalles sobre la construcción, porque, conocido por todos, algunos podrían hacer mal uso de ello. El armazón, hecho de un material ligero, tiene que ser fuerte y duro, y semejar un pájaro volando. En su interior debe haber una Instalación de mercurio, y otra de hierro para caldeo. Por la fuerza que posee el mercurio se produce un gran torbellino de aire, el vehículo desarrolla la potencia del trueno, y su ocupante puede así, de modo sorprendente, recorrer grandes espacios del cielo, (¿Se trataba realmente de mercurio? Una de las características del uranio es que tiene, precisamente, el color de ese metal). En otro antiguo romance indio, leemos: "En el centro de la nave, una pesada caja metálica forma la fuente de energía. Desde esta caja, la energía llega a dos grandes tubos instalados a proa y a popa de la nave. Además, la energía también pasaba a través de ocho tubos, que estaban orientados hacia abajo. Al ir a comenzar el vuelo, se abrían los extremos inferiores de estos ocho tubos y se cerraban los superiores. Con gran fuerza se lanzaba fluido por los tubos, y al chocar con la superficie de la tierra, la nave ascendía. Cuando habla subido lo suficiente, se dejaba la mitad de la abertura en los tubos inferiores, para que la nave pudiera mantenerse en el aire. Entonces, gran parte de aquel fluido era guiado al tubo de popa, por el cual salía, propulsando la nave de aquel modo".
El Popul Vuh, libro sagrado de los indios quichés de América, habla de una civilización infinitamente antigua que conocía las nebulosas y todo el sistema solar. "Los de la primera raza eran capaces de todo saber. Estudiaban los cuatro rincones del horizonte, los cuatro puntos del arco del cielo y la cara redonda de la Tierra".
Las leyendas de los pueblos precolombinos afirman que los primeros hombres conocían el secreto de volar por los aires sobre platos de oro. Y no olvidemos tampoco que el folklore esquimal nos habla, también, de tribus transportadas al Gran Norte, en el origen de los tiempos, por pájaros metálicos gigantes.

¿Vestigios de razas estelares?

Algunas leyendas bolivianas, recogidas por Madame Cynthia Fain, y que parecen remontarse a más de cinco mil años, refieren que las civilizaciones de aquella época se derrumbaron ,después de un conflicto con una raza no humana y cuya sangre no era roja. Aquí se impone el recordar que los habitantes de la altiplanicie de Bolivia y del Perú, a tres mil quinientos metros de altura, tienen dos litros de sangre más que nosotros, ocho millones de glóbulos rojos en vez de cinco, y su corazón late con mayor lentitud. Por otra parte, sabido es también que el profesor Requena descubrió en Venezuela esqueletos de hombres con cráneo plano. Y asimismo, el profesor Mason, libre de veleidades imaginativas e incapaz de perderse en conjeturas. menciona la mitología preincaica, según la cual las estrellas están habitadas y los dioses han descendido de la constelación de las Pléyades.
A la luz de tales hechos parece evidenciarse, pues, que esa raza superior era, sin duda, de origen extraterrestre, ya que todas las tradiciones y documentos antiguos y otros signos que el limitado espacio de que disponemos aquí no nos permite considerar, nos hace llegar a la conclusión de que en la Tierra, en épocas inmemoriales, ha habido otra humanidad distinta a la nuestra.
Pero lo lamentable es que los hombres de nuestra generación somos tan duros de cerviz que aún no hemos aprendido la lección, y como nuestros antepasados de antaño vamos a desencadenar un nuevo Apocalipsis que volverá a precipitar a la Tierra en otro caos. La Historia se repite. ¿Y después? borrón y cuenta nueva.

La Biblia termina: "Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más, (Apocalipsis 21:11)

Eugenio Danyans
Enciclopedia CICLOPE, 1968