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MISTERIOS DE LA ANTIGUEDAD

Uno de los restos más importantes de la civilización preincaica son los de Tiahuanaco, situados en las proximidades del lago Titicaca. Su antigüedad se desconoce con certeza, aunque se estima que datan de aproximadamente 1.500 años. Los orígenes de estas ruinas son bastante oscuros, y los naturales han intentado concebirlos por medio de numerosas leyendas.

Se pueden considerar dos culturas o épocas diferentes, conocidas como Tiahuanaco I y Tiahuanaco II. La primera de ellas se caracteriza por el muro ciclópeo, en cambio en el segundo período los bloques de piedra son más pequeños y mejor trabajados.
El Templo de Kalasaya, de 135 por 118 metros corresponde al Tiahuanaco II, y en uno de sus ángulos se encuentra la llamada "Puerta del Sol”, que es una construcción rectangular hecha en un solo bloque de lava de 3.84 por 2.73 y 0.42 metros de profundidad.
En el centro tiene una abertura de 2 metros de altura por uno de ancho. La parte más importante de la misma es el friso decorado, que se extiende en toda su amplitud. Se compone de cuatro divisiones horizontales y en eje a una gran figura central. Los tres registros superiores están ocupados por 48 personajes alados que miran hacia la figura central, el cuarto registro tiene una guarda con terminaciones en forma de cabeza de cóndores. El personaje central está vestido suntuosamente, lleva en las manos grandes bastones a manera de cetros y su cabeza está ornada con plumas y rayos; el rostro es cuadrangular y los ojos redondos.

Pasó protegida de las inclemencias del tiempo y desapercibidas a los primeros observadores por hallarse tumbada con su cara principal decorada oculta en el suelo, lo que explica su magnífico aspecto después de miles de años y no precisamente por haber sido "intencionalmente protegida e impermeabilizada por una especie de capa de silicón para preservarlos del paso de las edades". tal como sugiere el investigador Eugenio Danyans en su obra “Platillos Voladores en la Antigüedad".

Son numerosas las interpretaciones que le han atribuido a este misterioso monumento. Posnansky -arqueólogo boliviano-, fue quien primero atribuyó sus figuras y signos a un calendario solar pudiéndose fijar solsticios y equinoccios. El alemán Kiss propuso en 1937 el descifrado general de los meses y semanas. Según Fritz Buck, sería una explicación del calendario maya. Leo Pucher ve en esta obra el recuerdo de una religión sacerdotal, representando el personaje central al elegido como supremo sacerdote. El físico soviético Alexander Kazantsev identifica en el friso "escafandras, cohetes espaciales y motores iónicos o atómicos, mucho más perfectos que los que nosotros construimos actualmente". Con posterioridad, este mismo científico Lizo el notable descubrimiento que sus figuras corresponden al calendario de Venus, afirmando que quien hizo tales dibujos "conocía los viajes siderales".
Sin embargo, completando -a nuestro criterio- algunas de las citadas interpretaciones, podemos identificar los motivos del friso con una representación del capítulo IV del Apocalipsis de San Juan, que forma parte del Nuevo Testamento. En efecto, la Puerta del Sol es una "puerta abierta" (IV 1) y el personaje central, llamado Dios Llorón por los arqueólogos. está "sentado en un trono” (IV 12); por eso las piernas cortas, ubicado sobre un "signo Tierra" escalonado. A cada lado del personaje se muestran "veinticuatro ancianos sentados" (IV 4) o "se postraban delante del que estaba sentado en el trono" (IV 10), "revestidos de ropas blancas con coronas de oro en sus cabezas" (IV 4)...
En el capítulo V. en 1. se dice: "Después vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono, un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos". Y muestra el personaje en su mano derecha un "volumen" con seis sellos rectangulares y uno tapado por la mano...
En V 6, dice el Apocalipsis: "Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro animales, y en medio de los ancianos estaba un cordero como inmolado, el cual tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete espíritus de Dios despachados a toda la Tierra". Es asombroso comprobar que, en medio del trono se halla representada una figura como de animal inmolado, con su cabeza hacia arriba, similar a la que ofrece el pectoral del personaje, pudiéndose contar en esta última los siete triángulos equivalentes a los siete ojos.
En el capítulo I 13, se menciona que el Hijo del Hombre se halla "vestido de ropa talar, ceñida a los pechos con una faja de oro"; en 14: "Su cabeza y sus cabellos eran blancos como la lana blanca y como la nieve, sus ojos parecían llamas de fuego", etcétera, detalles que coinciden por completo con los del personaje central. A este descubrimiento debemos sumarle otro que lo argumenta aún más: es la inscripción de una extraña cruz grabada en el monolito en cuestión, que ha llamado la atención de los arqueólogos.

En síntesis, el friso sería un equivalente en plano de los tímpanos apocalípticos de las catedrales románticas y góticas y la representación simbólica de este tema sagrado es en Tiahuanaco donde alcanza su mayor complejidad, perfección y fidelidad con el texto.

Fuente: REVISTA CORBE – Nº2 – 1974